lunes, 8 de enero de 2007

El poder de la memoria

Siempre me he sentido orgullosa de mi buena memoria. He creído que mi memoria de elefante hace que todos me cuenten sus historias para que dentro de 5 años yo se las recuerde, con lujo y detalles.

“Yo nací para recordarle a la gente las cosas” Esa es mi misión en la vida. Soy la que llama a sus amigos para decirles hoy cumple años tal persona, recuerde llamarlo. O decirle a mis compañeros, recuerde que hoy tiene que hacer esto. O cuando están contando una historia y me preguntan pero no recuerdo como fue eso, Laura te recuerdas? Siempre tengo la respuesta exacta.

Ha sido mi mayor ventaja y la gente comenta mi capacidad de almacenamiento en mi disco duro con sorpresa, asombro y hasta dudando si hago trampa para recordar cosas.
Pero hoy, ya no quiero recordar. Prefiero dejar mi “gran” habilidad de lado.
Descubrí por qué soy tan buena recordando, y es que además de saber recordar me gusta vivir del y en el pasado… ¡Qué mal! Prefiero no tener memoria.

Las personas que no tienen memoria solo viven hacia delante. Aunque quisieran no pueden recordar. Así que poco a poco, voy a ir castigando a mi memoria. Ya no le recordaré a mis amigos los cumpleaños de nadie, ni le diré a la gente que se recuerde que me había dicho que por favor le recordara hacer equis cosa, ni recordaré las historias. Cuando alguien me pregunte si puedo recordar aquella historia, responderé con una sonrisa: Lo siento, no recuerdo, me falla la memoria.

martes, 2 de enero de 2007

¡Trágame tierra!

Para el 2007 no voy a hacer ningún propósito nuevo. Igual, nunca los cumplo!!! Me conformaré con lo que venga. Sin embargo, espero decir menos: ¡Trágame tierra! En nuestras vidas ¿Cuántas veces hemos dicho trágame tierra? Y lo peor aún es que la tierra no te traga… NUNCA!!!

• Primero, la clásica... Estar hablando en una fiesta acerca de alguien y aunque te retuercen todos los ojos y te tocan el brazo, en el preciso momento que decis algo sobre esa persona, todo mundo conspira para guardar silencio y vos, al mejor estilo del “chavo”, hablas en tu tono de voz más alto, mientras esa persona pasa a tu lado, en medio de las diferentes expresiones de todos...

• Están también las trágame tierra por descuido… Por ejemplo, cuando le envías a un chico el mensaje de texto que era para una amiga, acerca de su cita de ayer y tras de eso él te lo responde, y ojalá haya sido una mala cita.

• Lamentablemente, también somos culpables de muchos trágame tierra… esas que te pasan por mentir…Decirle a un amig@ que no vas a salir porque estas enferma y encontrártel@ a la medianoche sumergida en un fiestón, pero sin tu amig@

• Las mejores son las inesperadas, porque ninguna de estas situaciones las ves venir… si las vieras venir harías lo imposible para esquivarlas, porque sino la gente llegaría a pensar que te gusta meterte en problemas o que sos un idiota. Despertar después de una borrachera al lado de un mae, salir de su casa y en la entrada de la puerta su madre quien viene de visita y te invita a pasar el día con ellos: Tu, (el burro por delante, por supuesto ¿dónde más vas a estar?), el mae del que estás huyendo y su mamá.

• También están las entradas triunfales de otros que para uno significan trágame tierra: Estar en un bar con un chico y observar, como en cámara lenta, entra por la puerta tu otro galán y darse cuenta que además de frecuentar el mismo lugar, gustarle la misma chica, también se conocen y más tiempo de lo que vos los conocés a ellos. O también cuando jugas de artista y te desgalillas en un karaoke con una de esas canciones de desamor y ves a tu ex entrar por la puerta mientras vos estás subida en la tarima y no vas a volver a pegar ni una sola nota (¿quién dice que antes sí pegabas las notas?)

A través de los años recopilamos una lista enorme de “trágame tierra” y esperamos, fehacientemente, que con los años, la tierra nos trague menos. Al final de cuentas, mis tragadas de tierra, las tuyas y las de los otros, se convierten en historias de una mesa en un bar, el mismo día que una nueva tragada de tierra está a punto de aparecer, esperándote, a la vuelta de la esquina.